«Desafíos éticos y regulatorios en la era digital: protegiendo la privacidad y promoviendo la responsabilidad tecnológica»
«Un llamado a la acción para garantizar que las tecnologías beneficien a la humanidad»
Juan Alfonso Peñafiel
Santiago, 24 de febrero de 2024
«La tecnología es una herramienta poderosa, pero su impacto depende de cómo se use. Debemos asegurarnos de que esté al servicio de la humanidad y no al revés». – Tim Cook
En el contexto del avance tecnológico, el internet y la inteligencia artificial han ejercido una influencia significativa en la vida cotidiana de las personas, transformando radicalmente nuestra forma de interactuar y de acceder a la información. Es innegable que cuando estas tecnologías se utilizan de manera adecuada, representan tanto un beneficio como una oportunidad tanto para los ciudadanos como para las empresas, así como para el progreso de las naciones.
Aunque las tecnologías no son inherentemente neutras ni éticas, es importante reconocer que su interacción con diversas realidades conlleva riesgos, especialmente cuando se ven influenciadas por intereses económicos, hegemónicos y políticos. Estos factores pueden representar una amenaza para la democracia y la privacidad individual. Un ejemplo paradigmático de esta dinámica es el caso de Cambridge Analytica en Estados Unidos y Reino Unido.
Relevante es el uso instrumental, malicioso en procesos de elecciones en el mundo utilizando las noticias falsas (fake news), el deepfakes utilizando la voz de tercero llamando de manera automatizada a votar por uno u otro candidato.
Hoy en día, observamos con creciente preocupación que las grandes empresas, conocidas como BigTech, van más allá de simplemente recopilar nuestros datos y llevar a cabo intentos de manipulación a través de las redes sociales y las aplicaciones de información. Ejemplos notables incluyen a Mark Zuckerberg, a través de WhatsApp, Facebook (ahora Meta) e Instagram; así como Bill Gates con Microsoft, y las empresas Google y Amazon. Además, diversos gobiernos de distintos países también se han sumado a este sistema de abuso y manipulación de datos.
Estos últimos años, este proceso comenzó con la implementación de vigilancia en las ciudades mediante cámaras para anticipar y prevenir delitos. Luego, la pandemia del Coronavirus proporcionó a algunos gobiernos la capacidad de rastrear la trayectoria de las personas y el desarrollo de sus enfermedades. Actualmente, mediante el escaneo facial y el monitoreo de las redes sociales, los Estados pueden acceder a información detallada sobre las actividades de los individuos, como sus hábitos de consumo, interacciones sociales y, potencialmente, incluso sus pensamientos. Este avance nos lleva hacia una nueva forma de dictadura, una dictadura digital, donde la privacidad y la autonomía individual están cada vez más comprometidas.
Algunos eventos actuales destacan los riesgos que las empresas privadas están introduciendo en detrimento de la privacidad, aprovechando la Inteligencia Artificial de manera abusiva. Por ejemplo, el caso de WordCoin de ChaptGpt ilustra cómo, con solo unos pocos dólares y explotando las necesidades económicas de las personas, están construyendo una red de identificación única de personas verificadas, utilizando datos biométricos obtenidos mediante el escaneo del iris, sin garantías claras sobre la protección de la privacidad de estos datos.
Otro caso notable es el de la empresa de Elon Musk, que está integrando chips en el cerebro humano. Asimismo, están surgiendo gafas inmersivas de realidad aumentada, como Apple Vision Pro, que aunque ofrecen grandes ventajas educativas, también plantean preocupaciones sobre la deshumanización al sumergir constantemente al usuario en una realidad externa paralela, potencialmente llevándolos a un estilo de vida similar al de un «zombie». Este fenómeno, en manos de la juventud, es especialmente preocupante.
Recientemente, empresas como Amazón de Jeff Bezos, Nvidia, OpenAI y Microsoft han unido fuerzas para desarrollar robots con características similares a las humanas, lo que plantea interrogantes éticos y sociales sobre el futuro de la interacción entre humanos y máquinas.
En todos estos ejemplos, se destaca la importancia de que las personas cuiden sus acciones en línea, valoren su información y protejan sus datos personales, usen tecnologías libres y alternativas en todos los procesos, especialmente en áreas sensibles como la salud y educación. Esto debe ser un llamado de atención para toda la humanidad, es urgente. Como hemos señalado, las tecnologías no son neutras por naturaleza; es fundamental que sirvan para el beneficio de la humanidad y no para abusar de ella.
Para lograr este objetivo, es crucial implementar mejores regulaciones que obliguen a las empresas y gobiernos a actuar de manera responsable y ética en el manejo de los datos y el desarrollo de tecnologías. Asimismo, se necesita establecer políticas colaborativas en el ámbito nacional e internacional que aborden los desafíos planteados por las tecnologías avanzadas y la inteligencia artificial.
Solo a través de un enfoque conjunto y proactivo podremos garantizar que las tecnologías continúen siendo herramientas poderosas para el progreso humano, sin comprometer la privacidad, la ética o la autonomía de las personas.